generales 22/08/2019

La pesca de grandes matungos es moneda corriente en la zona de “Playa Honda” del Río de la Plata

 

Los piques son espaciados. Llamó la atención el porte de las capturas, ya que la mayoría de los ejemplares superó los 40 centímetros.


El encuentro fue en Puerto Norte frente al Aeroparque metropolitano junto al guía de pesca Gustavo Almela, 011-1563985996. Abordamos la renovada embarcación semirrígida de 8 metros de eslora bautizada “Máximo”, potenciada con un fuera de borda de 115 HP.

Apenas salimos del puerto, nos dimos cuenta de que un fuerte viento del sector Noreste no dificultaría tanto la navegación como la estadía en la zona de Playa Honda a río abierto en pleno corazón del Río de la Plata, por este motivo nuestro guía decidió buscar el reparo de la cota relevando la zona de Brazo Chico. El garete lo comenzamos cerca de la costa y el viento nos fue derivando hacia Río abierto, luego de garetear unos 4 kilómetros, volvíamos a nuestro punto de partida para repetir la cancha de pesca. Lo bueno era que el río se encontraba con movimiento en superficie y bien oxigenado gracias a la presencia de viento, es preferible un día así que otro sin viento con río planchado.

El primer pique nos sorprendió, vi como el pejerrey tomó la primera boya de mi compañero ubicado en la popa, la línea había derivado unos 30 metros y era bien visible aún, comenzó girando hacia la derecha y luego giro en sentido contrario, hermoso pique que el distraído pescador no había advertido así que le canté el pique: ¡Clava por favor, mirá el pique que tenés!, motivo por el cual recién ahí se dio cuenta y la clavada llegó bien explotando el agua en superficie, con fuertes cabezazos y corridas estaba claro que se trataba de unos de los grandes y así lo fue luego de copearlo un hermoso y vigoroso ejemplar de 52 centímetros, uno de esos matungos que todos queremos tener del otro lado del sedal.

La pesca no era fácil, comenzó la bajante y el viento en el mismo sentido, hacía que el garete fuera más rápido, motivo por el cual nuestro guía reguló las dos anclas de capa de proa y popa para frenar la deriva, además el brillo del sol de frente no nos permitía ver las boyas a más de 30 metros y como si esto fuera poco los pique se daban lejos de la embarcación, por lo tanto el pique lo detectábamos cuando la salida del multifilamento era más rápido. Los piques eran espaciados, pero llamaba la atención los portes de las capturas, siendo la mayoría ejemplares arriba de los 40 centímetros, valía la pena acertar en cada pique porque los pejerreyes eran de muy buen tamaño.

La sorpresa del día, fue un pique distinto me quedó la cancha libre para dejar derivar las boyas casi hasta el final de mi, cargar que eran 150 metros de multifilamento de 0,12 milímetros, por supuesto era imposible visualizar el aparejo, simplemente sentí que el multi comenzó a salir más rápido lo que motivo que trabé el reel y luego de recoger un poco levanté la caña para clavar, cabe destacar la poca elasticidad del multifilamento permite una llegada directa y clavar certeramente aún en grandes distancias. La respuesta fue muy distinta a lo habitual del día, se sintió fuertes cabezazos en la caña y a lo lejos un salto delató la presencia de un pez, a medida que lo íbamos trayendo siempre manteniendo la presión para evitar la pérdida, seguía saltando y ya a distancias las dudas se habían disipado, un lindo dorado había picado en la boyas bigotera palito con la suerte de que el anzuelo se hincó en el labio del pez, de otra manera el corte de la brazolada hubiera siso inminente. Hermoso Pirayu que nos divirtió por un largo rato, que quizás delate una buena temporada de esta especie a partir de la primavera.

Fuente: https://www.eldia.com








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